Te pido perdón... por no haber sabido leer que me necesitabas y no estaba,
que no leía tu corazón, sino las letras que mi mente plasmaba desde tu ventana.
Te pido perdón... por no estar a tu lado, cuando me pedías a gritos que te dejase ver
desde el silencio de nuestras miradas, desde el interior de las nubes, desde lo más profundo de tu alma.
Te pido perdón... por dejarme arrastrar por la soledad de mi calma, por dejar de enfocar las farolas,
por sollozar sin lágrimas, por no poder sentir las estrellas por más que en ellas me concentraba.